Se le llamó “El filósofo que ríe”.
Filósofo griego presocrático, de la escuela atomista. Fue el primer materialista
y el primer filósofo ateo.
Todo tiene que estar construido
por unas piececitas pequeñas e invisibles, cada una de ellas eterna e
inalterable. A estas piezas más pequeñas Demócrito las llamó átomos. Existe un sinfín de diferentes
átomos, que son eternos, inalterables e indivisibles.
En nuestros días, la ciencia ha
descubierto que los átomos pueden dividirse en “partículas elementales”:
protones, neutrones y electrones.
¿Y qué pasa con la conciencia? Demócrito se imaginaba que
el alma estaba formada por unos “átomos del alma”. Al morir una persona, los
átomos del alma se dispersan hacia todas partes. Eso significa que el ser
humano no tiene un alma inmortal. Hoy en día, mucha gente opina igual, y
piensan que “el alma” está conectada al cerebro y que no podemos tener ninguna
especie de conciencia cuando el cerebro se haya desintegrado.
Demócrito estaba de acuerdo con
Heráclito en que todo en la naturaleza “fluye”.
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