Dos civilizaciones
La civilización grecorromana y
cristiana europea tiene dos raíces: los indoeuropeos y los semitas.
Los indoeuropeos
Creían en múltiples dioses, eran politeístas. El mundo se concebía como
un drama entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal. Los indoeuropeos han
querido siempre prever el destino del mundo. También intentaron conseguir
verdaderos conocimientos sobre el ciclo de la naturaleza.
Los indoeuropeos tienen una
visión cíclica de la Historia. Ven la Historia como algo que da
vueltas, que avanza en ciclos, igual que las estaciones del año.
Las dos grandes religiones
orientales, el hinduismo y el budismo, tienen origen indoeuropeo, igual que la
filosofía griega. El budismo y el hinduismo subrayan lo divino como presente en
todo. Esto se llama panteismo. En
Oriente, la pasividad o el recogimiento es un ideal religioso. También, en
muchas culturas indoeuropeas, se cree en la
transmigración de las almas.
Los semitas
Las tres religiones occidentales,
el judaísmo, el cristianismo y el islam, tienen bases semitas. Pero el Nuevo
Testamento fue escrito en griego.
Mientras que los indoeuropeos
creían en muchos dioses distintos, los semitas creían en un solo dios. Esto se
llama monoteísmo. Los semitas han
tenido una visión lineal de la Historia. La Historia
se considera como una línea, por lo que un día la Historia concluirá.
Se cree que Dios interviene en la Historia. Mejor
dicho, la Historia
existe para que Dios pueda realizar su voluntad en el mundo.
Si para los indoeuropeos, el
sentido más importante es la visión, para los semitas es el oído. El credo judío empieza con las
palabras “¡Escucha Israel!”.
Además, las imágenes están
prohibidas en el mundo semita. Los hombres no deben competir con Dios en lo que
se refiere a la “creación” de algo.
Si en la Iglesia cristiana abundan
las imágenes de Dios y de Cristo, es por la influencia del mundo grecorromano
en el cristianismo. En la iglesia ortodoxa (Grecia y Rusia) sigue estando
prohibido hacer imágenes talladas de la historia de la Biblia (esculturas o
crucifijos).
En las tres religiones
occidentales existe una distancia radical entre Dios y su Creación, a
diferencia de las religiones orientales. Éstas pretenden salvar al hombre de la
transmigración de las almas, mientras que en las religiones occidentales se
busca salvarse del pecado y de la culpa.
Israel
Moisés recibió las Tablas de la Ley en el monte Sinaí. Esto
ocurrió unos 1.200 años antes de Cristo. Alrededor del año 1.000 a . de C., es decir,
mucho antes de la existencia de ninguna filosofía griega, oímos hablar de tres
grandes reyes en Israel: Saúl, David y Salomón. En su investidura, los reyes
eran ungidos por el pueblo obteniendo el título de Mesías, que significa “el Ungido”. A los reyes se les llamaba, por
tanto, “hijos de Dios”. El país podía llamarse “reino de Dios”. Pero Israel no
tardó en debilitarse y se dividió en un reino norte (Israel) que fue
conquistado por los asirios, y en un reino sur (Judea) que fue invadido por los
babilonios. Los profetas predicaron más tarde la llegada de un nuevo rey que
reconstruiría Israel y fundaría un “reino de Dios”.
Jesús
Jesús se distinguía de otros
mesías en el sentido de que dejó muy claro que no era ningún rebelde militar o
político. Su misión era mucho más importante. Predicó la salvación y el perdón
de Dios para todos los hombres. El pueblo estaba esperando un general y llega
Jesús vestido de túnica y sandalias diciendo que debemos “poner la otra
mejilla” y debemos “perdonar, no siete veces, sino setenta veces siete”. Jesús
dejó claro que no podemos salvarnos a nosotros mismos (muchos griegos pensaban
que esto era posible). Su mensaje radical de salvación rompía con tantos
intereses y posiciones de poder que fue necesario quitarlo de en medio. De esta
manera, según el cristianismo, Jesús murió por los hombres. Es lo que se suele
llamar la “muerte redentora” de Jesús.
Pablo
Pablo dice: “Si Cristo no ha
resucitado, nuestro mensaje no es nada y nuestra fe no tiene sentido”. Los
judíos no creen en la “inmortalidad del alma” ni en la “transmigración de las
almas” (ideas griegas e indoeuropeas). Según el cristianismo no hay nada en el
hombre, ni su alma, que sea inmortal, ya que fue creado por Dios. La Iglesia cree en la
“resurrección del cuerpo” y en la “vida eterna”. Y esto no se debe a nuestro
propio mérito ni a ninguna cualidad natural o innata.
La palabra “Cristo” es una
traducción griega de la palabra judía “Mesías” y significa “el ungido”.
Según el libro de los Hechos de
los Apóstoles, Pablo convirtió el cristianismo en una religión mundial. Más
tarde fue a Atenas. “Estaba escandalizado” de ver la ciudad llena de imágenes
paganas. Visitó la sinagoga judía y conversó con filósofos estoicos y
epicúreos. En el Areópago había gente que se burlaba de él por lo que había
dicho sobre la resurrección de Jesús de entre los muertos.
Lo nuevo de la predicación de
Pablo es que Dios se ha revelado ante los hombres e ido a su encuentro. Es un
Dios personal que interviene en la
Historia y que muere en la cruz por culpa de los hombres.
En el transcurso de trescientos o
cuatrocientos años todo el mundo helenístico se había cristianizado.
Credo
Pablo pensaba que un griego no
debería cumplir la ley de Moisés, ya que el “viejo pacto” entre Dios e Israel
había sido sustituido por el “nuevo pacto” establecido por Jesús entre Dios y
todos los hombres.
Pero el cristianismo no fue la
única religión nueva en esa época. Era importante para la Iglesia cristiana llegar a
un escueto resumen de lo que era la doctrina cristiana. Esto era importante
para delimitarla respecto a otras religiones. Así surgieron los primeros credos. El credo resume los dogmas
cristianos más importantes.
Uno de los importantes dogmas era
que Jesús era Dios y hombre. Esto puede sonar como una contradicción, pero el
mensaje de la Iglesia
era precisamente que Dios se convirtió en
hombre. Jesús era un “Dios perfecto y un hombre perfecto”.
Con la entrada del cristianismo
en el mundo grecorromano acontece un encuentro convulsivo entre dos
civilizaciones. Se trata de uno de los grandes cambios culturales de la Historia.
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