Si Schelling
hablaba de que el “espíritu universal” contenía la totalidad de la existencia,
para Hegel, “espíritu universal” es la suma de todas las manifestaciones
humanas. Se refiere a las vidas, las ideas, la cultura de los seres humanos. No
se refiere a una inteligencia escondida en piedras y árboles, sino más real.
Kant habló de la
“cosa en sí” y de la “verdad” inalcanzable. Hegel por el contrario dijo que “la
verdad es subjetiva”, por lo que no hay una “verdad” fuera de la razón humana.
No hay una “verdad eterna”. No existe ninguna “razón eterna”. El filósofo solo
puede fiarse de la Historia.
Para Hegel, la
razón es algo dinámico, por no decir un proceso. La “verdad” es ese proceso en
sí. El filósofo vive en un contexto histórico determinado que lo condiciona. La
razón es “progresiva”, es decir, va progresando. El espíritu universal
evoluciona hacia una conciencia de sí mismo cada vez mayor.
Según Hegel, un
estudio de la Historia muestra que la humanidad se mueve hacia una racionalidad y libertad cada vez
mayores, por lo que la evolución histórica “avanza”. Esto lo llama Hegel evolución dialéctica: una idea es
contradicha por otra produciéndose una fusión que elimina la tensión. Se da la tesis, la negación, y la negación de la
negación. Hegel lo llama “tesis”, “antítesis” y “síntesis”.
El racionalismo de
Descartes era una tesis. El empirismo
de Hume era una antítesis. Kant
elaboró la síntesis, que vuelve a ser
antítesis de una nueva reflexión filosófica en la historia.
Hegel niega el
individualismo romántico. Pensaba que el individuo era una parte orgánica de la
comunidad. El espíritu universal se conciencia de sí mismo en “tres escalones”.
Primero “en el individuo”, la razón
subjetiva. A continuación “en la familia, la sociedad y el Estado”, la razón objetiva, porque hay interacción
entre las personas. Por último con el arte, la religión y la filosofía consigue
el individuo la razón absoluta.
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